En la última década la psicología positiva ha vivido un auge y popularización que podríamos tildar de espectaculares. Sin embargo, junto con ella se han extendido una serie de mitos que han difundido ciertas corrientes de pensamiento positivo y que se apoyan en planteamientos pseudocientíficos. La aceptación popular de estas corrientes está muy unida a dos deseos del ser humano, el de vivir más feliz y realizado, y el de la “ilusión” de conseguir lo máximo con el mínimo esfuerzo (yo lo llamo el síndrome de la “lotería”, el cuál, aunque no seamos jugadores de juegos de azar, no pocas veces nos ilusionamos pensando en que las cosas puedan cambiar para mejor de la noche a la mañana).
Sobra decir que, en un primer momento, estos mitos resultan muy atractivos. Sin embargo son un arma de doble filo pues, la gran mayoría de aquellos que se lanzan a confiar en ellos acaban decepcionados e incluso desilusionados. Incluso, son cada vez más las personas que voy conociendo que empezaron muy animadas yendo a charlas y talleres de estas líneas de pensamiento positivo y han acabado no sólo desilusionadas sino, lo que es peor, con una carga de culpabilidad por no ser capaces de “pensar en positivo” como lo están haciendo “tantas otras personas”.
En este post os voy a hablar de los tres mitos principales. Estos mitos son seductores porque se basan en medias verdades, pero no olvidemos que una verdad a medias no deja de ser una falsedad. Como he comentado que están apoyados en medias verdades me voy a permitir, después de explicar cada mito, hablar de lo que sería la realidad enfocada desde un planteamiento sano de la psicología positiva.
MITO 1: Si pienso en positivo puedo conseguir todo lo que quiera.
La pura lógica ya nos dice que esto no puede ser. No todos podemos ser presidentes del gobierno porque lo pensemos desde un convencimiento puro, ni todos podemos encontrar aparcamiento enfrente del estadio donde se va a jugar la final de la copa por mucho que nos enfoquemos en ello (esto último no es broma, versiones de los resultados de pensar en positivo y encontrar aparcamiento he escuchado algunas). Uno de los sesgos típicos de aquellos que dicen que esta “ley” se cumple es que sólo hablan de las veces que en su vida lo han visto cumplirse (se olvidan de todas las veces que no han encontrado aparcamiento en la puerta del estadio o no se han cumplido otras cosas que pensaron con el mismo convencimiento).
En la vida no podemos conseguir cualquier cosa por el hecho de proponérnosla pues en cada reto se entremezclan nuestras capacidades, pensamiento y acción con una serie de circunstancias externas que no están bajo nuestro control.
REALIDAD 1: Si pienso en positivo estaré en mejor disposición mental para lograr mis metas.
Con pensar en positivo me refiero a enfocarnos mentalmente en aquellas cosas que realmente están bajo nuestro control y ser realistas con nuestro potencial (que suele ser mayor del que normalmente creemos). Entendido así, el tener la capacidad de enfocarnos en positivo nos ayudará a tener una actitud más positiva frente a las dificultades, nos mantendrá con las “antenas” mentales puestas para percibir las oportunidades que aparecen y nos acercan a nuestros objetivos y activará emociones agradables que nos motivarán a esforzarnos para conseguir nuestras metas, entre otros beneficios. Esto no garantiza que consigamos lo que buscamos pero desde luego que nos facilitará mucho más el camino.
MITO 2: El cambio de las circunstancias que me rodean depende de mí, con mi pensamiento puedo cambiar el mundo.
Muy en conexión con el primero, este mito está ligado a la atractiva filosofía que se ha difundido popularmente que nos dice que el universo se confabulará a nuestro favor cuando enfocamos nuestro pensamiento en un objetivo. Sobra decir que lo que tiene de atractivo lo tiene también de acientífico.
Sin embargo, en estas charlas siempre se habla de todos aquellos que ¡sí han visto ese cambio! pero nunca de todos los que se han ido “quedado en la cuneta” durante el camino porque sus circunstancias no han cambiado. Y si, por alguna de esas se menciona algún ejemplo de estas personas (las que no lo han conseguido) es como ejemplo de personas que no han sabido ser suficientemente persistentes o bien enfocados lo que sienta las bases para nazca un sentido de culpabilidad muy dañina en todos aquellos que no han conseguido “pensar con tanta energía mental” (“el problema es mío, que no consigo tener una actitud mental positiva”).
REALIDAD 2: De mí sólo depende mi cambio personal; si yo cambio eso facilitará mi influencia en el mundo que me rodea.
El mito perpetúa el sentido de culpabilidad personal, sin embargo el planteamiento real ayuda a fomentar la responsabilidad personal. Ante una realidad que no se acomoda a lo que me gustaría (bien sea porque la considero perjudicial en algún sentido o porque no me ayuda a conseguir mis meta) lo realmente útil y positivo es enfocarme en aquellos aspectos de la realidad que están bajo mi capacidad de influencia personal para intentar cambiarlos (en la práctica, la mayoría de estos cambios son personales, tienen que ver con mi persona). Lógicamente, si yo cambio voy a influir en mi entorno, pero esto no quiere decir que mi entorno se tenga que acoplar 100% a lo que yo desearía.
En este enlace os dejo un interesante artículo sobre el poder de aprender a enfocar bien los pensamientos: Focalizar los pensamientos: la herramienta más potente para gestionar tus emociones.
MITO 3: La clave: repetir frases positivas
Como he comentado en la introducción, ciertas corrientes dentro del pensamiento positivo hablan de vías relativamente fáciles para experimentar un cambio de vida relacionadas con repetir, una y otra vez, ciertos “mantras” del tipo: “voy a conseguir el trabajo”, “soy una persona encantadora”, etc. Si los miramos desde una visión antropológica, en realidad no son más que actualizaciones de los antiguos rituales mágicos con los que nuestros ancestros intentaban manipular la realidad (bien influyendo sobre los dioses, las fuerzas de la naturaleza, etc.). Nos reímos cuando vemos el personaje del chamán en una película o un documental de una tribu del Amazonas y no nos damos cuenta de que en esencia no hemos cambiado tanto; necesitamos creer que hay fórmulas sencillas mediante las cuales podemos controlar nuestro destino.
REALIDAD 3: La clave: reprogramar mi mundo mental progresivamente
La psicología positiva funciona, pero es un proceso progresivo relacionado con ir cambiando patrones mentales negativos arraigados desde hace años. Para ello puede ayudar el repetirse frases positivas así como muchas otras técnicas, pero no es nada tan básico como la repetición vacía de ciertas frases. De hecho, hay estudios que demuestran que el pedir a personas “negativas” o incluso depresivas que repitan esos mantras acaba activando aún más las zonas del cerebro que les produce las emociones negativas que ya están experimentando. Las frases las cuales sí nos ayudaría el repetir son frases realistas a las que las personas hayan llegado después de un proceso de reflexión racional en esos momentos en los que no estaban mediados por las emociones negativas, además de ir ligadas a un plan de acción de mejora personal. P. ej. “Se que puedo mejorar mi capacidad para realizar una entrevista laboral, por tanto voy a formarme para ello”. Estas frases no se trata de repetirlas como un mantra sino, por ejemplo, en determinados momentos en los que nuestros pensamientos inconscientes puedan activar emociones que nos lleven a lo que se conoce como un secuestro emocional, o cuando necesitemos enfocarnos y motivarnos para diseñar y/o activar un plan de acción, entre otras.
¿Estás de acuerdo con estos mitos y realidades?, ¿añadirías algunos más?
Un saludo.
Jonathan Secanella
Coach y formador
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