Hoy toca hablar de mitos. El boom sobre la inteligencia emocional que se ha dado en la última década ha llevada a muchos malentendidos en relación a qué es cierto y qué no con respecto a la misma. Por ello, para ayudar a clarificar un poco, os voy a hablar de 3 de los mitos más extendidos sobre la inteligencia emocional, si bien, no son los únicos. Será un placer leer tus comentarios y ampliaciones sobre otros mitos que consideres que se dan al respecto.
MITO 1. Las personas más inteligentes emocionalmente suelen ser más simpáticas y extrovertidas.
Es muy típico que cuando nos creamos en nuestra mente la imagen de una persona emocionalmente inteligente pensemos en alguien muy amable, popular y con muchos amigos, o si conocemos alguien así lo etiquetemos de emocionalmente inteligente. Sin embargo, la introversión-extroversión es una dimensión diferente de la persona, que nada tiene que ver con la inteligencia emocional.
Una persona puede ser muy introvertida y tener un alto grado de IE y una muy extrovertida tener muy baja IE. La primera, la introvertida, puede tener un alto conocimiento de su mundo emocional y saber cómo gestionarlo para beneficio de los objetivos que quiere conseguir en la vida (p. ej. gestionar su ansiedad frente a un examen o frente a una discusión en la que hay que ser asertivo) y la segunda, la extrovertida, no tener ese conocimiento y capacidad (y bloquearse ante el examen o no atreverse a asistir, o hablar y hablar mucho en una discusión pero no actuar asertivamente, diciendo las cosas claras y de forma respetuosa).
MITO 2. Las personas con alto grado de Inteligencia emocional son personas muy emocionales.
Es común la mala interpretación sobre la inteligencia emocional en la cuál se entiende ésta como la capacidad de expresar, de no guardarse, las emociones. Por esto, se etiqueta de mayor IE a aquellas personas que son muy expresivas emocionalmente, que “no se guardan las emociones”. Este es otro mito claro sobre la inteligencia emocional.
Si bien es cierto que el reconocimiento y expresión de las propias emociones son parte de la IE, tomar sólo esta parte como el elemento clave nos puede llevar a equívocos. La inteligencia emocional tiene que ver con una serie de habilidades como la de “percibir, valorar y expresar emociones con exactitud; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el penamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey).
Según Mayer y Salovey (padres de la IE) la Inteligencia emocional constaría de cuatro grandes habilidades relacionadas con las emociones: 1- percepción-expresión, 2- facilitación del pensamiento, 3- comprensión y análisis y 4- regulación reflexiva. Por tanto, una persona muy expresiva emocionalmente puede ser que tenga la primera habilidad (y a veces ni siquiera esa) pero puede no tener las otras tres. Por ejemplo, ante el reto de empezar en un nuevo trabajo puede ser muy consciente y expresiva en cuanto a cómo se siente (quizá miedo, inseguridad, ansiedad…), pero no saber utilizar sus emociones para facilitar los pensamientos positivos (habilidad 2), ni entender más a fondo ese miedo e inseguridad y su relación con lo que piensa y dice, ni tampoco el porqué le vienen esos cambios bruscos de emociones, de miedo a alegría, seguido de inseguridad y angustia, etc. (habilidad 3), ni ser capaz de regular esas emociones que le bloquean tomando perspectiva y no dejando que le bloqueen o condicionen demasiado en sus primeras interacciones en el trabajo (habilidad 4).
MITO 3. Las mujeres, en general, tienen más Inteligencia emocional que los hombres.
El tercero de los mitos sobre la inteligencia emocional está también muy extendido. Esta creencia es muy común. Parte de uno de los estereotipos de género más extendidos: las mujeres son más emocionales y los hombres más racionales. Según Natalio Extremera, uno de los grandes expertos en IE de nuestro país, “la evidencia científica sobre el tema es controvertida y, a nivel global, las diferencias de género en inteligencia emocional son pequeñas y dependen de muchos factores como la edad, el nivel educativo, la formación específica o la cultura”.
Lo importante, desde la perspectiva de Extremera (que sigue la línea de trabajo de Salovey y Mayer) es que cada persona conozca su perfil de inteligencia emocional, que conozca sus puntos fuertes y débiles en cada una de las cuatro dimensiones de la IE, y que busque mejorar en ellas progresivamente.
Por lo tanto tampoco es una cuestión de tener más o menos IE que otra persona, cosa que, aunque se mide con algunos tests, sigue siendo difícil de calibrar y comparar. De hecho, voy a poner un ejemplo de dos personas. Una que se podría definir -nunca exento de subjetividad- como con menos IE que otra, pero que es muy consciente de sus puntos fuertes y débiles y tiene una clara actitud de mejora. Y por otra parte la otra que, teniendo muchas más habilidades emocionales -y puntuando mejor en los tests-, no es consciente de sus puntos de mejora (tiene puntos ciegos que no reconoce). Posiblemente, aunque sobre el papel -los tests- la primera tendría menos nivel de IE, casi la podríamos calificar como de más IE por el potencial de crecimiento que refleja y porque el propio autoconocimiento está muy relacionado con la IE presente y el potencial futuro.
¿Qué te parecen estos mitos sobre la inteligencia emocional?, ¿estás de acuerdo? ¿Qué otros propondrías? Espero tus comentarios.
Un saludo.
Jonathan Secanella
Coach y formador
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