Uno de los modos de educar en emociones a los pequeños en casa es mediante juegos de diversos tipos. En realidad, el juego debería ser el sistema principal de enseñanza-aprendizaje durante los primeros años de edad, independientemente de lo que se quiera enseñar (emociones, valores, comportamientos). Si quieres, por ejemplo, que tu niño recoja sus juguetes con 3 añitos juega con él a recogerlos.
El juego es el primer acercamiento que el niño o niña tiene con la realidad del adulto, es su primer escarceo con la vida de los mayores pero desde un marco de seguridad. Jugar a médicos y enfermeras, a policías, a bomberos, a realizar construcciones, y tanto otros. Si es tal la importancia, ¿cómo no podía ser también un modo muy eficaz de educar en emociones?
Hoy os voy a hablar de un juego, que es a la vez una manualidad, que puedes hacer con el pequeño o la pequeña de la casa (ideal para 3 o 4 añitos, pero adaptable a otras edades). Lo podemos llamar el “Libro de las emociones” o cualquier otro nombre que te guste más. En realidad es una manualidad, después de la cual se pueden realizar muchos juegos, según tu nivel de imaginación (¿y por qué no? ¡también la de tu hijo!).
¿En qué sentido ayuda el Libro de las emociones al desarrollo de su inteligencia emocional? En mejorar la capacidad de reconocimiento emocional, tanto propio como de los demás. Podemos encontrar otros beneficios, pero este es, quizá, el más claro. Ser consciente de las emociones es el primer paso para poder gestionarlas. Puedes leer este artículo si te interesa más información sobre la importancia del ser consciente: Bailar con mis emociones: 5 pasos para gestionarlas eficazmente.
1ª PARTE: MANUALIDAD
La manualidad es algo tan sencillo como hacer un libro de cartulina. Te adelanto que yo soy de lo más torpe para manualidades. Por tanto, si yo puedo tú también. Es más, seguro que encuentras formas más eficaces o más creativas para que te quede un libro excelente. Yo te lo planteo así:
1. Prepara los materiales: Unas 3 o 4 cartulinas de A3 (tamaño doble de folio), unas tijeras, unos rotuladores de colores, y algo para fijar el lomito del libro (quizá una grapadora o, si tienes buena mano, un trocito de lana fina o hilo y una aguja).
2. Coge las cartulinas, todas juntas, y dóblalas por la mitad. ¡De repente se ha convertido en un libro tamaño folio con varias páginas!
3. Fija el lomo. Bien con un par de buenas grapas (con cuidado de que estén bien cerradas para que no sea peligroso) o cosiéndolas con el hilo o lana fina y aguja.
4. Pinta la portada y ponle el nombre que quieras (Libro de las emociones, etc.)
5. Ahora, haz un gran círculo en todas las hojas interiores (que abarque la mayor parte de la superficie) y recórtalo. Te habrán quedado todas las hojas con un gran agujero por el que cabrá justita la carita de tu hijo (ojos, nariz y boca, no hace falta mucho más, aunque si cabe la frente también mejor).
6. Pon, en cada página debajo del gran agujero, el nombre de una emoción (no olvides las básicas: alegría, tristeza, ira y miedo, y luego las que quieras). ¿Qué te ha quedado? Un libro en el cuál cada página habla de una emoción, pero sin imagen, sin cara, sólo con un gran agujero. Si quieres, también puedes pintar un pelo diferente encima de cada agujero.
2ª PARTE: EL JUEGO/OS
¿Cómo se utiliza? Pues aquí llega la parte de juego, o mejor dicho juegos, porque las variantes pueden ser infinitas, según vuestra capacidad de imaginar. Te pongo algunos ejemplos sencillos de uso, de juegos:
– Al empezar el día, se puede jugar en familia durante unos minutos a que cada uno elija la hoja emocional que le define, meta la cara dentro y cuenta muy brevemente porqué está así. También se puede hacer al final del día y pedir al niño o la niña que nos muestre con el libro cómo se siente al regresar a casa del cole, actividades extraescolares o de dónde haya venido.
– Se puede dejar la hoja final sin nombre y jugar a imitar emociones e intentar adivinar cuál es.
– Es muy bonita la fórmula de contar al peque una historia, puede ser un cuento infantil clásico, e incluir en la historia cómo se sentía cada personaje y pararse a utilizar el libro. Esto es muy interesante porque, historias o cuentos que no los definiríamos como pensados para la educación emocional pueden serlo si los contamos de este modo.
– Jugar a adivinar las emociones que reflejan personajes de una revista. Recortarlos y colocarlos provisionalmente en la hoja emocional que corresponda.
– Hablar sobre los compañeros del cole o del parque y buscar en qué hoja del libro de emociones pondría nuestro hijo a algunos de ellos (si son niños del parque que también hemos visto nosotros podemos ayudarle, opinar e incluso dialogar sobre ello).
– Etc., etc., etc.
Como ves, no hay que ser un o una super manitas para esta manualidad, ni preocuparse por no ser el rey de la imaginación. De hecho, seguro que podrías ampliar en seguida esta lista de aplicaciones del Libro de las emociones. Además, según el juego que utilices te puede ser útil para diferentes edades.
¿Te animas a contarnos alguno de los juegos que harías? Por favor, ve al final de la página y ponlo en un comentario, ¡nos encantaría leerlo!
Un saludo.
Jonathan Secanella
Coach y formador
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