En el fondo del corazón de muchos padre y madres subyace una preocupación relacionada con cómo será el futuro de sus hijos e hijas. Obviamente, por un parte la preocupación está relacionada con el entorno socioeconómico, ¿cuál será la realidad del entorno que le tocará vivir a mi hijo/a cuando sea adulto?, ¿a qué podrá aspirar? Pero por otra parte está la que tiene que ver con su realidad interior, su fortaleza personal, su disposición a afrontar la vida de forma eficiente y saber abrirse camino y ser feliz a pesar de las circunstancias.
Un interesante estudio, posiblemente el más importante que se ha llevado a cabo en relación a esta segunda inquietud, empezó en 1972, en una universidad de Nueva Zelanda en la ciudad de Dunedin. Este estudio pretendía estudiar la vida de algo más de 1000 niños que nacieron ese año haciendoles un seguimiento durante toda su vida. Ahora, con más de cuarenta años, sus participantes siguen siendo estudiados y la gran cantidad de datos que se han conseguido están llevando a conclusiones muy interesante. Si quieres ver un interesante documental sobre el Estudio Dunedin pincha aquí.
LA GRAN PREGUNTA
¿Cuál es el interrogante básico que llevó a hacer este interesante estudio longitudinal de más de 40 años? La conocida inquietud sobre qué condiciona más para la vida, la herencia (los genes, el temperamento con el que se nace) o el entorno (las circunstancias que te rodean, la educación, las experiencias que vives, especialmente en la infancia, etc.). La conclusión es que los dos tienen su parte, pero ha sorprendido lo que se puede predecir observando cómo es un niño después de los tres o cuatro años de vida.
Los investigadores encontraron que, a los tres años, los niños se podían dividir básicamente en cinco tipos de personalidad, y esta personalidad se mantuvo durante toda la vida, hasta la vida adulta. Y lo más interesante es que el perfil de tipo de personalidad ha coincidido, en buena medida, con ciertos patrones comportamentales den la vida adulta: salud física y mental y bienestar social y económico.
¿Cuáles son estos tipos de personalidad? Se podrían dividir en tres tipologías sanas que abarcaron un 83% de los niños estudiados y dos que podríamos calificar de insanas, que contendrían el 17% de los niños restantes. Los primeros, en general, se convirtieron en adultos más exitosos, en el sentido de más sociables, con más amigos, con mejores trabajos, mejor salud, y en general más satisfacción en la vida. Los segundos tuvieron problemas relacionales, muchos más problemas de pareja, laborales, más periodos de desempleo, peores trabajos, más problemas de salud e incluso de delincuencia.
¿Te gustaría saber cuáles son estos perfiles? Paso a comentártelos.
CINCO PERFILES DE PERSONALIDAD
1. SEGURO DE SÍ MISMO. Este perfil ha abarcado el 28% de los niños -y después adultos- del estudio Dunedin. Es un tipo de personalidad que destaca por la seguridad en sí mismos, lo cuál ya se muestra desde pequeños. Suelen ser competitivos, emprendedores, asertivos, aceptan desafíos y suelen tener una fuerte presencia donde se encuentran (que no quiere decir precisamente que sean muy extrovertidos o carismáticos).
2. RESERVADO. Es un perfil de personalidad más introvertida, pero no son personas paralizadas por su timidez (a mí me gusta diferenciar entre introversión y timidez; la introversión es un rasgo de temperamento, ni bueno ni malo en sí mismo, la timidez sería el comportamiento retraído socialmente de las personas que, siendo introvertidas son también inseguras). La tendencia natural de estas personas, según el estudio Dunedin, es a pasar desapercibidas, a hablar poco y observar mucho. Pero cuando tienen que hablar, que actuar socialmente, lo hacen; entienden que es necesario y hacen el esfuerzo, sin que ello les suponga un trauma. Este perfil de personalidad lo distinguieron en un 15% de los participantes del estudio.
3. BIEN ADAPTADO. Este perfil de personalidad es el más común, sobre un 40% de los participantes. En general destacan por ser personas organizadas, activas, sociables y bien adaptadas. Son flexibles, ingeniosas y encajan bien socialmente. Algunas tienen facilidad para el liderazgo y otras no, pero lo importante es que saben adaptarse al entorno en el que están en particular y, en general, a las circunstancias que les haya tocado vivir.
4. INHIBIDO. Este es el primero de los dos perfiles con problemas de adaptación, según el estudio Dunedin. Un niño con este perfil predice resultados negativos durante toda la vida, al igual que el siguiente (el de los subcontrolados). Son personas introvertidas e inseguras, y su timidez les impiden hacer cosas sencillas que otros verían como normales de la vida en sociedad. Son temerosos, ansiosos, neuróticos y no les gustan las novedades, los cambios (diríamos que viven “patológicamente” en una zona de confort muy restringida que se han creado). En general están cerrados a las experiencias, suelen ser nerviosos y propensos a desarrollar depresión. Un 7% entrarían dentro de este tipo de personalidad.
5. SUBCONTROLADO. En este perfil entraban un 10% de los niños del estudio Dunedin, los cuales mantuvieron el mismo tipo de personalidad hasta la edad adulta (como con todos los demás perfiles). Es una personalidad marcada por la falta de autocontrol. Son personas nerviosas, irritables, que pierden los estribos fácilmente y no les gustan las novedades. De adultos, la mayoría tienen problemas tanto para conseguir como para adaptarse a los trabajos, y pasan largas temporadas en el desempleo. Son más propensas a sufrir enfermedades cardiacas, diabetes, problemas pulmonares y enfermedades de transmisión sexual. Su falta de autocontrol aumenta considerablemente las posibilidades de tener problemas con el tabaco, alcohol y drogas.
¿Y AQUÍ QUEDA TODO?
Después de ver los resultados del estudio la impresión puede ser la de que el futuro de nuestros hijos está escrito de antemano. Pero nada más lejos de la realidad. Aunque lo que llaman “perfil o tipo de personalidad” en el estudio Dunedin es algo que no varía desde la niñez a la adultez (matizo que estoy utilizando el término “personalidad” conforme lo utilizan en el estudio, hay diferentes teorías sobre qué es la personalidad así como de tipologías, pero me estoy ciñendo al estudio Dunedin), lo cierto es que muchos aspectos de la conducta y de las actitudes frente a la vida que se pueden enseñar desde la niñez, los cuales pueden amortiguar los efectos nocivos que podrían tener algunos perfiles (y me permito añadir: incluso revertirlos).
Los autores del estudio hablan de algunos ejemplos en el documental.
¿QUÉ PODEMOS HACER, PUES, COMO PADRES Y MADRES?
En primer lugar, lo más destacado según el estudio Dunedin, con suma diferencia, es ejercitar a los niños en el autocontrol. Según este estudio, si hay algo aún más predictor del éxito y disfrute de la vida de un niño cuando sea adulto que los propios perfiles de personalidad, es el autocontrol. Prácticamente todos los niños con un bajo nivel de autocontrol entre las edades entre los 3 y 5 años han tenido muchos problemas en la etapa adulta; además de estar casi todos con problemas financieros, tenían alguno/s de los problemas de salud ya citados (obesidad, problemas cardiacos, enfermedades de transmisión sexual, problemas con las adicciones).
El estudio Dunedin, También se ha encontrado correlación entre otros factores conductuales más concretos y medibles que el autocontrol. Por ejemplo, el tiempo pasado delante de la televisión. Los niños que veían más televisión son los que han tenido más problemas con el sobrepeso, con el tabaco, han tenido tres veces más posibilidades de no acabar los estudios, etc.
O incluso, las horas de sueño. Los niños que dormían claramente menos tiempo fueron más propensos a tener problemas cognoscitivos en la adolescencia, de ansiedad alrededor de los 20 años, así como sobrepeso (la carencia de sueño afecta al desarrollo hormonal, y algunas de estas hormonas son las que regulan tanto el hambre como la saciedad).
CONCLUYENDO
¿Qué podemos concluir de todo esto? En mi opinión que, si la genética tiene una parte de importancia en cómo se desarrollarán nuestros hijos, la clave sigue estando en cómo cuidamos su crianza y educación. Ejemplos como la importancia de ayudarles a desarrollar el autocontrol (con límites sanos y adecuados a su edad y retos que les motiven a esforzarse y diferir la gratificación inmediata, por ejemplo), controlar las horas de televisión o cuidar rutinas esenciales como el sueño, están demostrados que son vitales y van a influir más de lo que nos imaginamos en el desarrollo del adulto en potencia que son nuestro hijos/as.
Por último, necesito desahogarme, y al mismo tiempo lanzar una reflexión sobre que, por desgracia, no es tan normal tener en cuenta esto que acabo de decir. Como ejemplo, esta primavera, en uno de los talleres que impartí para padres de adolescentes, me encontré con la siguiente situación (es cierto que ha sido el caso más exagerado): de las doce familias representadas (de nivel socioeconómico medio y medio/bajo), todas con adolescentes de entre 12 y 14 años, la media de tiempo que pasaban con la videoconsola era de 3 horas, en ninguna de las 12 familias los chicos/as tenía ni una sola responsabilidad (ni la de hacerse la cama), y en la mayoría, cuando les mandaban o recriminaban algo y los hijos les contestaban o “pasaban” de los padres, estos no tomaban medidas y lo asumían con resignación.
Cuando les pregunté, al principio del taller, cuáles eran las principales preocupaciones que tenían en relación a sus hijos, todos coincidieron: la apatía general, el no interés ni esfuerzo en los estudios y el que están enganchados a los videojuegos e internet y sus ídolos son ciertos youtubers (de videojuegos, moda, etc.), a los cuales les gustaría parecerse pudiendo grabar videos como ellos algún día (esto no todos, pero varios de ellos).
Sobran más palabras…
Un saludo.
Jonathan Secanella
Coach y formador.
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